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Criados con dulzura

Sor Angélica recibió en 2013 el Premio Nansen por su trabajo en la República Democrática del Congo, en cuyo Centro de Reintegración y Desarrollo ayuda a personas...

8 de mayo, 2017

Tiempo de lectura: 3 minutos

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Sor Angélica recibió en 2013 el Premio Nansen por su trabajo en la República Democrática del Congo, en cuyo Centro de Reintegración y Desarrollo ayuda a personas que han sufrido en sus propias carnes el drama del desplazamiento. En este post podrás:

  • Conocer la labor de sor Angélica.
  • Leer historias reales de las personas a las que ha ayudado.

El trabajo de sor Angélica

Sus líneas de actuación se basan en ayudar de diferentes formas a los que más lo necesitan. Por ejemplo, desde hace más de diez años ayuda a más de 2.000 mujeres a superar el trauma de la violación que, además de suponer un duro golpe, las estigmatiza en la sociedad. Sor Angélica las ayuda a aprender a vivir otra vez.

¿Quieres conocer las historias de los hombres y mujeres a los que ayuda Angélica?

Nema, 18 años

Refugiada Nema Foto: ACNUR B.Sokol

Esta mujer fue secuestrada hace cuatro años después de que atacaran su casa y secuestrasen a su padre. Trató de reconstruir su vida como pudo, pero el año pasado se quedó embarazada y los problemas no hicieron más que crecer. “No tenía a donde ir —cuenta—. Los vecinos me ayudaron a ir al hospital para dar a luz a mi bebé”.

Nema no tenía familiares ni amigos que  pudieran ayudarla, así que el hospital llamó a la hermana Angélica. Desde entonces, vive con su hijo en su casa y se dedica a vender pan para integrarse en la sociedad.

Su sueño es abrir un restaurante cuando aprenda lo suficiente. Angélica no solo le ha dado un hogar y un trabajo, sino que la ha hecho creer en sí misma y trabajar por su sueño.

Pascaline, 43

Refugiado Pascualine Foto: ACNUR B.Sokol

Pascaline tuvo que huir cuando su pueblo fue atacado en 2010. Antes de llegar a su refugio, tuvo que caminar por el bosque durante dos días enteros mientras pensaba en cómo habían secuestrado a sus tres hijos de 12, 14 y 16 años. Días después pudo recuperar a uno de ellos, pero los otros dos permanecieron en cautiverio durante años.

Ahora, Pascaline trabaja en la panadería de la hermana Angélica y sus ingresos le permiten hacerse cargo de su familia. “La panadería me ha ayudado mucho, sobre todo para pagar la escuela de mis hijos y los gastos del hospital —dice Pascaline—. Quiero que mis hijos estudien. Siempre pienso en su educación porque no he tenido la oportunidad de formarme. Mi padre tenía dinero, pero yo era la hija mayor y tenía que cuidar de mis hermanos y hermanas. Tengo que hacer todo lo posible para animar a mis hijos a llegar muy lejos”.

Inocencio, 19

Refugiado Inocencio Foto: ACNUR B.Sokol

Inocencio es hijo de Pascaline, uno de los que fue secuestrado en 2010. Pasó tres años en cautiverio en la selva. Se las arregló para escapar durante una ofensiva de las tropas congoleñas en 2013, pero recibió un disparo en la mano derecha y se la tuvieron que amputar. Intentó volver a la escuela, pero pronto se dio por vencido, ya que no podía escribir. Gracias a su madre, que trabaja en la panadería, pudo sobrevivir hasta que encontró su trabajo actual.

“Yo quería ir a la escuela, pero no podía escribir. Traté de encontrar algo más que pudiera hacer y empecé a conducir una moto. Ahora me las arreglo transportando personas y mercancías. Con una mano, es la única cosa que puedo hacer. He encontrado una manera de cambiar el embrague poniendo la mano derecha en el lado izquierdo del manillar”.

Todas estas personas han sido ayudadas de una u otra manera por sor Angélica, que en 2013 recibió por parte de ACNUR el Premio Nansen como reconocimiento a su labor.

 

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